Pero, ¿había realmente algo esperándolo en su casa o eran sólo los pensamientos de una persona que se había despertado de súbito? Curiosamente, tenía la certeza de que había algo. O, al menos, alguien. Ahora sintió vergüenza de su actitud. ¿Era acaso un niño? Sin hacer el menor ruido, alargó el brazo lo suficiente como para encender la lámpara de la mesita de noche. La luz invadió la habitación, y sólo las esquinas quedaron envueltas en la penumbra.
De todas formas, ahora que veía la puerta, la sensación de que había algo tras ella, escuchando apoyado sobre ella, se hizo más acuciante. ¡Debía evitar hacer ruido! Pero tenía que hacer algo. Su vista recorrió rápidamente la habitación, buscando algo con qué defenderse de aquella criatura.
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