lunes, 28 de diciembre de 2015

El Castillo de la Tierra Oscura

El valor comenzó a abandonarles cuando vislumbraron la achaparrada figura del castillo recortándose contra la penumbrosa luz del atardecer.  Aquella misma mañana, cuando se habían despedido de sus familias en el pueblo, todos ellos se habían cubierto con una fría máscara de determinación. Aquel era el lugar elegido. Aquí morirían muchos de ellos. Pero había que acabar con las matanzas y con el temor que sentían todos los hombres de la región cada vez que se adentraban en los bosques.

Aquel castillo marcaba el límite entre lo que ellos llamaban civilización y la Tierra Oscura. Sabía que algunos de sus hombres habrían preferido internarse en territorio enemigo antes que esperar a aquellas criaturas invisibles en el interior de un castillo cuya leyenda no era mucho más tranquilizadora.

Hacía décadas que nadie se aproximaba a aquella construcción y ya sólo los más viejos recordaban la razón de ello. Recordaban como en la época en que ellos eran jóvenes había partido en aquella misma dirección una expedición compuesta por los más aguerridos caballeros de la región, entre ellos el valeroso capitán Marre, cuyas andanzas eran conocidas en todos los rincones del reino y al que no pocos creían inmortal.



Desgraciadamente, desde aquel día nunca más se supo del capitán y de sus hombres, pero se cuenta que nunca se enfrentaron a las criaturas invisibles y que todos ellos perecieron sin llegar a salir nunca de los muros del tenebroso castillo.

Un paisano que tuvo el suficiente valor como para acercarse contó que escucho sonidos de batalla en el interior, pero que nadie salió al exterior ni él fue lo suficientemente curioso como para asomarse y ver que ocurría... pero eso sí, comentó que el rugido que oyó junto a los sonidos de metal de las espadas no podía proceder de ninguna criatura creada por la mano de Dios.


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